jueves, 2 de abril de 2020

AUTORRETRATO MÓNICA PELÁEZ







AUTORRETRATO

Mónica Peláez

No sé qué tan bien la conozco, pero sé que cualquier intento por describirla puede resultar contradictorio. Puedo decir que su expresión siempre fue desafiante, en sus labios siempre había gesto irónico. Sus cejas oscuras y sus ojos agudos hacían pensar a todos que ella tenía la razón, siempre, sobre cualquier cosa. Sin embargo, era de ideas flexibles y palabras suaves.  


La recuerdo cuando tenía 15 años, lo tenía todo y no lo sabía, tenía demasiado miedo para darse cuenta. No sabía que su pelo largo nunca volvería a brillar tanto como entonces, su piel nunca volvería a ser tan suave y ella no lo sabía. Estaba preocupada por el mañana; caminaba triste y ausente en medio de su soledad, una soledad que había elegido voluntariamente.  Tenía 15 hermosos años, la sonrisa fácil y la mirada inquieta; pudo haber abrazado el mundo; pero no lo hizo. Se negó a toda posibilidad para vivir en la ilusión de lo imposible.


Pasaron seis largos años antes de que viera su error con claridad. Cumplió la mayoría de edad y, entonces, llegaron los reproches y la culpa; llegaron también las ocupaciones para convertirla en una adicta al trabajo. Estar ocupada era la mejor estrategia para no pensar en los vacíos que deja el tiempo perdido. Se convirtió en una mujer de fortalezas frágiles, de certezas dudosas.




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