«Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza».
EL RETRATO
Reflexionemos sobre el concepto
de retrato en toda su semántica.
Antes de leer las siguientes
líneas detente unos minutos para que acudan a tu mente todas las acepciones o
significados que puedes asociar con el concepto de retrato.
Posiblemente surjan cosas como:
- Representación gráfica de un cuerpo.
- Objeto portador de significados: recuerdos o memorias, afectos, pérdidas, obsequio o regalo.
- Recurso literario o como figura retórica que permite hacer presente a alguien a través de la escritura.
EL RETRATO COMO FIGURA LITERARIA
Vamos a centrarnos en esta última:
El retrato como recurso literario
permite describir a un personaje de forma cercana relacionando sus rasgos
físicos y psicológicos. En general es una combinación de tres figuras retóricas
descriptivas: prosopografía, etopeya y pragmatografía. Alguien dijo una vez que
se trata de plasmar en prosa la presencia física y el contenido espiritual de un
personaje para configurar en cada línea la existencia compleja de un individuo.
Prosopografía: se usa para describir rasgos
externos de un individuo, animal o cosa.
Etopeya: permite describir rasgos internos
como carácter, cualidades, costumbres y virtudes de un individuo.
Pragmatografía: describe acciones, hechos y
objetos.
EL RETRATO AUTOBIOGRÁFICO
¿Qué tan sencillo puede resultar hacer
un retrato de sí mismo?
Toma papel y lápiz, queremos
proponerte un reto: Escribir tu autorretrato literario.
A continuación, encontrarás diferentes
ejercicios que te pueden ayudar a construir tu propio autorretrato. Cada
ejercicio nos invita a una reflexión profunda, nos reta a mirarnos a nosotros
mismos y a ver más allá de las apariencias.
EJERCICIOS
Ejercicio 1: "Espiral biográfica
narrativa"
Este ejercicio es una invitación
a volver en el tiempo, a través de la memoria, para encontrarse nuevamente
consigo mismos en diferentes momentos de su vida.
Deben elegir algunos recuerdos
significativos que les permitan, de alguna manera, explicarse a sí mismos cómo
han llegado a donde se encuentran en el presente: ¿Cuáles fueron esos
acontecimientos que los condujeron a ser lo que son ahora?
Para construir la “Espiral
biográfica narrativa” deben tomar una hoja de blog o de su libreta, si lo
prefieren, y apuntar, cronológicamente, de adentro hacia afuera, las fechas,
los nombres, los lugares que emerjan en sus recuerdos. Finalmente pueden hilar
esos acontecimientos en una narración.
Ejercicio 2: “El espejo”
Busca un espejo que esté a tu alcance
e intenta contemplar tu reflejo durante algunos minutos, no te preocupes por el
tiempo, tómate el tiempo que necesites. Para algunos de ustedes puede ser fácil, otros no
resistirán mucho tiempo, ya que a veces no nos gusta lo que vemos.
Con este ejercicio queremos invitare a "mirarte desde fuera". Procura observar todos los detalles, los más sutiles. ¿En qué o en quién piensas cuando observas tus ojos? ¿A quién te recuerda tu boca? ¿Qué sensaciones te genera este ejercicio?
Ejercicio 3: "Inventario"
Primero haz un inventario de los rasgos físicos más característicos del reflejo que has observado.
A continuación tómate un momento para pensar cuales son los rasgos psicológicos que podrían que deberían estar presentes en tu retrato y haz un lista.
Ejercicio 4: "Referentes"
Acude los ejemplos que citamos a continuación para que tengas una idea más amplia de las posibilidades narrativas que tienes al escribir un retrato literario.
EJEMPLOS
A continuación, encontrarás un
fragmento del retrato biográfico de Gustav Aschenbach el entrañable
protagonista de La muerte en Venecia del escritor alemán Tomas Mann:
«A los cuarenta años, cansado de los esfuerzos y alternativas
de su profesión de escritor, ocupaba ya un puesto entre la intelectualidad
mundial, que diariamente le manifestaba su afecto y reconocimiento en todos los
países.
Su genio, apartado por igual de
lo vulgar y de lo excéntrico, era de la índole más apropiada para conquistar,
al mismo tiempo, la admiración del gran público y el interés animador de las
minorías selectas. Acostumbrado desde muchacho al esfuerzo, y al esfuerzo
intenso, no había disfrutado nunca del ocio ni conoció la descuidada indolencia
de la juventud. A los treinta y cinco años de edad cayó enfermo en Viena. Un
fino observador decía por entonces, hablando de él en sociedad: «Aschenbach ha
vivido siempre así —y cerraba fuertemente el puño de la mano izquierda—. Nunca
así —y dejaba colgar indolentemente la mano abierta». Esto era exacto, y el
valor moral probado por ello era tanto mayor, cuanto que su naturaleza no era robusta
ni mucho menos, y no había nacido para ejecutar esfuerzos de suprema tensión.
Su delicada complexión hizo que
los médicos le excluyesen durante su niñez de la asistencia a la escuela, por
lo cual disfrutó una educación casera. Había crecido así, aislado, sin amigos,
dándose cuenta prematuramente de que pertenecía a una generación en la cual
escaseaba, si no el talento, sí la base fisiológica que el talento requiere
para desarrollarse; a una generación que suele dar muy pronto lo mejor que posee
y que rara vez conserva sus facultades actuantes hasta una edad avanzada. Pero
su lema favorito fue siempre resistir, y su epopeya de Federico no era sino la exaltación
de esta palabra, que le parecía el compendio de toda virtud pasiva. Y deseaba
ardientemente llegar a viejo, pues siempre había creído que sólo es verdaderamente
grande y realmente digno de estima el artista a quien el Destino ha concedido
el privilegio de crear sus obras en todas las etapas de la vida humana.
Por eso, como la carga de su
talento tenía que ir sobre unos hombros débiles, y como quería llegar lejos,
necesitaba una extremada disciplina. Y la disciplina era, por fortuna, una
parte de su herencia paterna. A los cuarenta, a los cincuenta años, lo mismo
que antes, a la edad en que otros descuidan sus facultades, sueñan y aplazan tranquilamente
la ejecución de grandes planes, él comenzaba temprano la jornada cotidiana,
dándose una ducha de agua fría, y luego, alumbrándose con un par de velas altas
en el candelabro de plata, a solas con su manuscrito, brindaba al arte en dos o
tres horas de intenso y concentrado trabajo mental, las fuerzas que había acumulado
durante el sueño».
En el siguiente enlace encontrarás algunos ejemplos triviales que te pueden ayudar en la descripción: